Hubo una época en donde algunos programas televisivos regalaban autos, departamentos, o hasta casas totalmente amobladas a aquellos que no la tenían, a manera de cámara sorpresa.
En una de esas ocasiones, recuerdo haber visto a un niño de aproximadamente unos 4 o 5 años, el cual siendo hijo de uno de los adjudicatarios de una de estas propiedades, encontró, en la que a partir de allí seria su habitación, algunos juguetes que la producción del programa había comprado para el, y habían dejado en aquel lugar. Apresuradamente, el niño fue donde se encontraba su padre y el conductor televisivo hablando, a dar las gracias por los juguetes que le habían regalado.
El padre y el conductor lo miraron sonriendo, y comprendieron que: por ser solo un niño, el no alcanzaba a comprender la magnitud del regalo, que verdaderamente la familia había recibido, por dicho motivo solo podía alegrarse por las pequeñas cosas que para el, tenían valor y eran de su agrado.
Como hijos de Dios nos hemos acostumbrado a hablar solo de los pequeños juguetes que Dios nos da en su gran amor y misericordia, tales como la prosperidad, dejando de lado que el verdadero regalo es la vida eterna que Jesús nos ha dado a precio de su propia sangre.
Tal vez esto a ocurrido a causa de que se han multiplicado la maldad y que han surgido hombres amadores de si mismos, los cuales haciéndose llamar apóstoles, van de iglesia en iglesia vendiendo coberturas (falsa por supuesto) y quienes han tomado la misericordia de Dios como fuente de ganancias. De estos hombres el apóstol Pablo recomendó alejarse (1º TIMOTEO 6:5 “disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales”)
Los niños solo valoran y hablan, sobre aquellas pequeñas cosas que para ellos son importantes, sin alcanzar a comprender la magnitud del verdadero regalo dado por Dios a través de Jesús.Es totalmente inadmisible creer que Jesús padeció todo lo que padeció, y dio su vida en la cruz para que algunos vayan a predicar de prosperidad por todos lados en lugar de salvación a través de su sangre y el arrepentimiento de nuestros pecados. La sangre de Jesús vale mucho mas que tener 1 peso o un millón de pesos en el bolsillo.
Quienes quieran predicar sobre prosperidad que lo hagan, quienes quieran creerles que les crean, por mi parte, yo prefiero tomar en cuenta la palabra de Dios en Romanos 8:5 al 8 donde dice: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”
Debemos renovar nuestra mentalidad y nuestra forma de pensar a través de Espíritu para pensar como Dios, pero sin adaptarnos a la manera de pensar de este mundo.
Comencemos a darle a Dios lo que es de Dios, y al cesar lo que es del cesar…
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