Seamos sinceros

La mayoría que dice servir a Dios lo hacen solamente por lo que El puede darles: paz, bienestar, bendición, etc. Son muy pocos los que están verdaderamente dispuestos a pagar un precio alto por agradar al Señor. Los resultados se ven en la adversidad y en los momentos difíciles.
El verdadero poder de la iglesia primitiva era su compromiso incondicional al Señor, mas allá de lo que podía pasarle a sus vidas, familias o bienes. Dios conocía sus corazones y motivaciones y les respaldaba por ello. La pregunta es ¿será por eso que no vemos el respaldo de Dios en este tiempo como en aquellos?
Es hora que el ejercito de Dios se ponga en pie y decida imponer valores verdaderos o nuestra sociedad colapsara de una forma inminente. Si amas a tu prójimo, a tu familia, ciudad o nación debes esforzarte en contrarrestar todo los valores y principios que llevan a la decadencia moral y social; eso te traerá adversidad pero es necesario.