Recuerda usted la historia de Saúl, el primer rey de Israel...?
Este hombre de gran estatura, al ver que su desobediencia a la orden dada por Dios es descubierta, se vuelve inmediatamente con Samuel y le pide que lo acompañe delante del pueblo, para que estos, no logren darse cuenta de su pecado, y de esta manera poder seguir manteniendo el reino bajo su gobierno. En pocas palabras... Muy poco le importo a Saúl el haber desobedecido a Dios, pero en cambio, si le importo y en demasía, el seguir manteniendo las apariencias y la autoridad que le había sido encomendada.
Desgraciadamente para el pueblo de Dios, los pulpitos de las iglesia de hoy están plagadas de hombres, que al igual que Saúl, solo les importa las apariencias, el poder, y la autoridad que creen tener por estar sobre una plataforma, sin ni siquiera preocuparles que estén viviendo una vida de pecado, mentiras y engaños.
Para muchos, es mas importante el ministerio que Dios les ha dado, el lugar que ocupan dentro de la iglesia, o su propio beneficio económico, que buscar la verdadera voluntad de Dios para sus vidas, arrepentirse de sus pecados y vivir una vida en santidad como debieran hacerlo todos aquellos que se dicen a si mismos cristianos.
Mientras que ellos se pelean por conseguir un nombramiento, un puesto, un cargo, o simplemente "aparecer en la foto" millares de personas se van a una eternidad sin Cristo, por causa de que, aquellos que se hacen llamar lideres en este tiempo, en lugar de enseñar a predicar las buenas nuevas de salvación y vida eterna, se han dedicado a vender seminarios, talleres, coberturas, e ir detrás de los bienes materiales, los cuales solo llenan bolsillos, pero no corazones, los cuales necesitan oír que es necesario arrepentirse de todo pecado para poder ser perdonados por el Señor.
Hoy en día tenemos una iglesia que ha prospera económicamente, pero que ha retrocedido notablemente en el ámbito espiritual.
Las apariencias, los puestos, y la ambición, han superado la necesidad de santidad y el hambre por Dios y su justicia.
Para Saúl, aquel pecado de desobediencia, el querer guardar las apariencias, y ese hambre desmedido de poder, le costo el reino, la heredad, su vida, y sobre todo su eternidad con el Señor. Acaso la iglesia de hoy debe sufrir también estas consecuencias para comprender de una vez por todas que Dios prefiere la obediencia de su pueblo, antes que los sacrificios, los pactos, y las apariencias de santidad...?
Años mas tarde, David, el rey que sucedió a Saúl, cometió un pecado aun mayor que este primer rey, ya que no solo adultero con Betsabe, sino que además mando a matar a su esposo. Pero este, al ser confrontado con su pecado por Dios a través de Natan, no le importo en nada el reino, las apariencias, los beneficios de la corona, o el poder, sino que arrojándose sobre sus rodillas, imploro el perdón de Jehová, pidiéndole sobre todas las cosas, que Dios no alejara de el su Santo Espíritu. Por este motivo, Dios termino diciendo de David, que era un hombre conforme a su corazón.
Dos reyes, dos historias, y una pequeña diferencia... Mientras que a Saúl solo le importo lo que el pueblo pensara de el, y ser destituido de su cargo, a David lo único que le importo fue que Dios no se apartar de su lado...
Y usted... conque rey se identifica...?
Fuente: http://salyluzblog.tk/
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