El grifo y los Arabes


Hace algunos semanas atrás, leí en un muro de facebook algo muy similar a esto: Después de terminada la 1º guerra mundial, ciertos árabes que viajaron a París por primera vez en sus vidas, tras alojarse en uno de los mejores hoteles del lugar, hicieron un descubrimiento en el cuarto de baño de la habitación, que los mantuvo atónitos y sorprendidos durante todo el resto de su viaje. Ellos descubrieron en aquel elegante y majestuoso baño de hotel, grifos o canillas, los cuales nunca antes habían visto en toda su vida (por el simple hecho de que los árabes fueron siempre, hombres nómades que vivieron en el desierto)
Pero lo mas sorprendente de todo esto, es que ellos no podían dejar de mirar los grifos sorprendidos por toda el agua que de ellos salía.
Cuando estos árabes se marcharon del hotel, sacaron todas las canillas que estuvieron a su alcance, para llevarlas consigo pensando: “Con estas llaves mágicas nunca mas nos volverá a faltar el agua en el desierto de Arabia”,
Ellos no podían comprender que la función del grifo era solo la de transportar el agua, y no la de producirla.
Quien escribió esto, termino diciendo:"Si los predicadores entendieran esto!!!"

Recuerdan aquellos primeros días después de haber aceptado a Jesús en su vidas, en donde su continua oración era: "Señor tu eres el amor de mi vida, y lo único que deseo es servirte. No importa como ni donde, yo solo quiero predicar tu palabra para tu gloria y tu honra..."?
Recuerden también cuando Dios contesto esa oración y les hizo aquel inolvidable llamado al ministerio, por el cual querían ir a las naciones y predicar su palabra al mundo entero.  Verdad que jamás existió un tiempo mejor en su vida que aquellos días...?
Pero mas tarde, con tanta unción y poder de Dios derramado sobre sus vidas, algo en los mas profundo de sus corazones comenzó a cambiar, y comenzaron a creer que todo lo que pasaba por su mente era revelacion divina, y que todos aquellos que no estuvieran de acuerdo con ustedes eran enemigos de Dios, creyendo ser los grandes siervos, y los únicos portadores de la verdad.
Poco a poco fueron olvidando pedir la guía del Espíritu Santo, y por temor a que algunos se fueran de las iglesias, y con ellos también se fueran sus ofrendas y diezmos, comenzaron a permitir dentro del pueblo de Dios, todo aquello que el mismo Señor condeno desde el principio en su palabra, tales como idolatrías, adulterios, fornicaciones, y blasfemias terribles salidas de las bocas de aquellos que se hicieron llamar a si mismos apóstoles y profetas, y aun hoy, enseñan  al pueblo, a ir detrás de los baales, las falsas doctrinas y todo tipo de bienes materiales, en lugar de las cosas espirituales y la verdadera y sana doctrina enseñada por Cristo, la cual nos acerca a Dios
Apocalipsis 3:14 al 19 dice: "Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea (al pastor): He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
Aunque con una piedra, David fue el que derribo a Goliath, el siempre supo que aquella piedra fue guiada por la mano de Dios y no por la suya. Nosotros somos la herramienta que Dios usa, pero debemos tener bien en claro que es solo su Espíritu Santo el que hace la verdadera obra.
Al igual que David se arrepintió por el gravísimo pecado cometido con Betsabe, también nosotros debemos arrepentirnos de todos los errores cometidos en nuestros ministerios y vidas, para llegar a pedirle perdón a Dios, y retomar así, aquella vieja senda la cual lleva a los hombres a los pies de su Señor.

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